Hace unas semanas me dijeron que era una chica disciplinada. Hoy se cumple el límite de días para dejar de escribir en este espacio. Sí; estaba buscando terminar con mi desidia y con mi falta de constancia. Esto de querer ser disciplinada (muy diferente de serlo) es muy complicado. Justo ahora, sé que escribo, para cumplir con mi trato; para evitar leer sobre mi tesis y no fumar por ociosa.
He logrado hacer algo. El ejercicio de dejarse ir aunque salga algo como H, como mi “Martín H”, resulta difícil. La madrastra de Martín dice que sus padres le pusieron una hache para no oírlo. Tal vez le pongo una hache a estos párrafos para esconderlos; para que sean secretos y no oírlos tan seguido. Porque cuando salen, como Martin, ellos resultan ser toda una delicia.
H: “Quisiera cogerte; y, mientras eso sucede, quisiera levantar el teléfono y hablarle a ella para que nos escuche. Quisiera cogerla, levantar el teléfono y que nos escuches. Quiero que cojas, levanta el teléfono y déjame oírte”.
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