Monday, January 21, 2008

Ya no extraño la tierra.

Mujer alada extraña la tierra. La extraña como se extraña el cielo cuando se deja ver desde la caída. Cayendo. Desde el asiento trasero del auto que ya no tiene luces. Se precipita; sus piernas tiemblan. El horror se asoma. La muerte, la finitud, la masa, se vuelven concreto. La obscuridad me come. Y así, las luces se encienden, la noche se ilumina y deja ver cuán lúgubre es, cuán tenues son nuestras almas. Culpa. El auto sigue su camino. Seguí y ella se hizo mi constante compañera.




Me fui al agua. Mujer al agua extraña la tierra. Demasiada presión. Todo era tan denso que mis pulmones sólo pudieron explotar. La consecuencia del yerro había desaparecido y ella, seguía ahí.



Hoy. Alada sin temor de las plumas. Helada sin temor a la humedad. Ella y yo hemos decidido decirnos adiós. A veces, y sólo a veces, prefiero la noche.



Me dejarás dormir, al amanecer, entre tus piernas.

2 comments:

Anonymous said...

entre tus piernas
definitivo mejor ahogado que quemado, y yo siempre he dicho que si voy a morir mejor me llevo a alguien con migo [haciendole un homenaje a los aztecas, chinos y egipcios]

MentesSueltas said...

Hola, leyendo y saludando con afecto.
MentesSueltas